El cartelazo de los Montoros ocupa todos los sorteos del Ruedo Ibérico; así que no es difícil que se pierda la válvula de escape que ha soltado don Juanma y Medio, para sacudirse el polvo del asedio que sufre por el súper deterioro de la Sanidad andaluza. Aquél que fuera gran actor político en las manifestaciones contra Susana Díaz, por la atenuación de los servicios de Salud; ahora implora a las Cinco Llagas y al sursum corda le pone stens, porque según dice, los vejestorios en masa, le estamos engordado la Lista y desesperando la Espera.
Sin saber poner un punto de sutura, me tocó gestionar las últimas bocanadas de la desaparecida Beneficencia, a los que los compañeros de De la Torre, en el último ayuntamiento franquista malagueño, les gustó llamarles “humillantes” a los beneficiarios, según rotulo que hice desaparecer de inmediato. Pegué saltos de alegría cuando mi primer gobierno del 82, su gran ministro Ernest Lluch universalizó la Sanidad. Desde entonces hasta los recortes Lehman Brothers, pudimos presumir a la inglesa de SAS con batas, consultas, rayos, mesas de operaciones y medicinas con jactancia.
Ahora, como nosotros, la cosa se está poniendo chungaleta y como no se nos puede tirar monte abajo. La cabeza de la culpa andaluza, elige la excusa con afanes de alto politicastro y dixit, que si no se rejuvenece el vecindario, estamos indefensos y sin galenos ante cualquier achaque, amén de la privada de sus ojos. Por lo que fía a un pacto de estado, de esos que ni se están ni se le espera, por las carestías políticas que nos ha tocado sobrevivir, para que saquen a la Sanidad del tugurio de descalabros, y se firme un acuerdo que nos de aliento, para sobrellevar lo que nos queda de vida. Queda mono el SOS en boca del señor Moreno.