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Casa Museo Don Bosco: la joya discreta de Ronda

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ras una fachada humilde que engaña a primera vista, la Casa Museo Don Bosco esconde uno de los palacetes más sugerentes de Ronda. Construido hacia 1850 y remodelado a comienzos del siglo XX, el edificio fusiona el modernismo con la tradición arquitectónica rondeña y conserva intacto el encanto de una vivienda señorial. Cruzar su umbral es retroceder un siglo: tapices, azulejos artesanales y muebles tallados a mano trasladan al visitante a una época donde la artesanía local vivía uno de sus momentos más brillantes.

Más que una visita, la Casa Don Bosco ofrece una inmersión en el patrimonio cultural, artístico y espiritual de Ronda. Una de esas joyas discretas que la ciudad guarda para quien se toma su tiempo en descubrirla.

Un palacete con historia
La casa lleva el nombre de San Juan Bosco, sacerdote italiano y fundador de los Salesianos. Aunque el santo jamás estuvo en Ronda —visitó España una única vez en 1886—, la vinculación del edificio con la congregación católica marcaría para siempre su destino.

De residencia burguesa a legado espiritual
En el siglo XIX, Ronda vivía un periodo de prosperidad comercial que atrajo a nobles y comerciantes de toda Andalucía. En ese contexto se levantó la vivienda que acabaría siendo conocida como Casa Don Bosco. Sus últimos propietarios, el ingeniero rondeño Francisco Granadino Pérez y su esposa, Dolores Gómez Martínez, utilizaron el palacete como residencia estival, rodeados de familia y amigos.

Sin descendencia, el matrimonio decidió donar el inmueble y otras propiedades a la Congregación Salesiana, con la que mantenía una estrecha relación. Francisco falleció en 1932 y Dolores en 1938. Sus restos descansan hoy en una pequeña capilla dentro del museo.

El sanatorio salesiano (1939–2008)
Por disposición testamentaria nació en 1939 la Fundación Granadino de San Juan Bosco, destinada al reposo y la recuperación de miembros de la comunidad salesiana. El sanatorio se inauguró el 15 de septiembre de 1940 y vivió su etapa más destacada entre 1946 y 1964 bajo la dirección de Don Salvador Rosés, salesiano, pintor y figura clave en la historia de la casa.

Por sus habitaciones pasaron más de 150 religiosos con dolencias de diversa índole. Tras periodos de convalecencia y descanso, regresaban a sus destinos plenamente restablecidos. Con el tiempo, la casa también acogió estudiantes, un centro juvenil, el Teatro Español Salesiano y diversas actividades culturales, sociales y religiosas. El sanatorio cerró definitivamente en 2008.

La casa por dentro: modernismo, artesanía y memoria
La Casa Don Bosco conserva íntegro su interior modernista, fruto de la profunda reforma realizada a principios del siglo XX bajo la influencia del arquitecto municipal Santiago Sanguinetti. El resultado es un magnífico ejemplo del estilo palaciego rondeño, donde conviven armoniosamente elementos mudéjares, neogóticos y clasicistas.

Entre los tesoros que alberga destacan:

Mobiliario de nogal tallado a mano, de tradición castellana de los siglos XVIII y XIX. La chimenea del salón principal es su pieza estrella.

Un patio exquisito, decorado con azulejos de inspiración nazarí y cerámicas regionales.

Tapices del siglo XIX, procedentes de la Real Fábrica de Tapices de Madrid, con escenas pastoriles.

La colección pictórica de Don Salvador Rosés, testimonio del talento artístico del director del sanatorio.

La exposición “La figura del toro”, de Pedro Mercedes
El museo custodia también una colección única del célebre ceramista conquense Pedro Mercedes, maestro del raspado —una técnica que revolucionó la alfarería de Cuenca al “dibujar” sobre la arcilla desnuda—. Su estilo evolucionó hacia composiciones de gran fuerza expresiva, centradas en figuras humanas y animales.

Mercedes donó 39 placas grabadas en 1975, gracias a la mediación del sacerdote rondeño Gonzalo Huesa Lope. En 2025, al cumplirse cincuenta años de su llegada, la colección se amplió e instaló como exposición permanente en varias salas del museo.

La inauguración, celebrada el 20 de junio de 2025, contó con familiares del artista, su biógrafo y el torero Francisco Rivera Ordóñez, quien ofreció la conferencia “Gestión del miedo y los sueños”. En palabras del director del museo, Federico Domínguez: “Esta exposición es un diálogo entre pasado y presente, entre la fuerza de una obra y la identidad de un lugar. La figura del toro es un reflejo del alma de este museo.”

El jardín: belleza suspendida sobre el Tajo
El jardín de la Casa Don Bosco es, por sí mismo, una postal inolvidable. Situado al filo del precipicio, abre su horizonte hacia la Sierra de Grazalema y regala, desde su pequeño balcón con bandera española, una de las mejores vistas del Puente Nuevo y los más de 100 metros de profundidad del Tajo de Ronda.

Una elegante escalera semicircular de mármol conduce a la parte baja del jardín, donde el murmullo del agua acompaña en la fuente de las ranas, rodeada de mosaicos de canto rodado y azulejos pintados a mano. La artesanía, aquí, continúa respirando al aire libre.

Entre palmeras, pinos, cedros, rosales, frutales y plantas aromáticas, el jardín se convierte en un paseo botánico salpicado de bancos y maceteros decorados con cerámica de vivos colores.
Un merendero de azulejos de la fábrica “Santa Ana” de Sevilla, inaugurado en 1988, rinde homenaje a Don Bosco con un bello mural.

La terraza: una pausa con sabor rondeño

En la parte superior del jardín se encuentra la terraza, un espacio pensado para disfrutar del paisaje sin prisa. Allí se sirven bebidas calientes, refrescos, cervezas y clásicos españoles como la sangría, el tinto de verano o el rebujito, además de productos locales —aceitunas al mojo picón, quesos curados, jamón ibérico—.

La oferta de vinos es especialmente cuidada: Ronda cuenta con más de 25 bodegas y el museo colabora con varias de ellas, ofreciendo tintos, blancos y rosados de la comarca.

La terraza es de uso exclusivo para visitantes del museo y permanece abierta siempre que la climatología lo permite.

Visitas para grupos
El museo organiza degustaciones de vinos en la terraza —desde catas sencillas hasta experiencias más completas con tapas, explicaciones enológicas o servicio de cortador de jamón—.

También es posible reservar este espacio para reuniones privadas, desayunos, comidas o cenas, en colaboración con empresas de catering especializadas.

La arquitectura: del legado morisco al modernismo

El palacete original presentaba un marcado carácter morisco: balcón principal, ajimeces asimétricos, un zaguán que daba acceso al patio y un gran aljibe subterráneo. La remodelación modernista del siglo XX respetó la estructura principal, pero añadió simetría a la fachada, motivos florales y vegetales, una montera que cubre el patio y excepcionales trabajos de hierro y cerámica que hoy dan identidad al edificio.

Don Bosco y los Salesianos: una vida dedicada a la juventud
Giovanni Melchiorre Bosco (1815–1888) fue ordenado sacerdote en 1841. Pronto quedó impresionado por las duras condiciones de los jóvenes encarcelados en Turín y decidió dedicar su vida a ofrecerles apoyo, educación y un futuro distinto.

En 1847 abrió el Oratorio de Valdocco, espacio de acogida, aprendizaje y formación profesional. Su sistema educativo se basaba en tres pilares: razón, religión y bondad, alejándose del castigo para fomentar la paciencia, la confianza y la participación social.

En 1859 fundó la congregación de los Salesianos de Don Bosco, inspirada en la bondad de San Francisco de Sales. Tras su muerte, el movimiento no hizo sino crecer: hoy es la tercera orden católica más numerosa del mundo, con presencia en obras sociales, colegios, centros juveniles y misiones. San Juan Bosco fue canonizado en 1934.

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