Las fosas sin cruz
De pequeño me aprendí las dedicatorias de todas las lápidas que rodeaban a la de mi padre, domingos de meriendas de galletas exquisitas, con nuestra parienta monja del Cister; a veces, desde el estadio de La Rosaleda se oía un sonoro ¡huy!, que me animaban a colocar un platillazo entre dos cruces para cantar un ...