Como la expresión popular para la historia de Ronda y de la Serranía, se puede calificar la manifestación de este pasado sábado por las calles rondeñas, El pueblo, una representación inmensa de 4.500 personas, aunque algunos indiquen menos cantidad, se constituyó de manera libre y abierta en una marea para alzar la voz y exigir unas infraestructuras que no condenen a la comarca al olvido. Y lo ha hecho pacífica y democráticamente en la calle, con una manifestación tan necesaria como justa, para exigir lo que lleva décadas esperando.
Una ciudadanía que clama para que no haya agravios comparativos y para que las promesas vacías y electoralistas, se conviertan en realidad de una vez. Ronda y su entorno ha dicho “basta ya” al abandono institucional y ha reclamado mejoras reales en las comunicaciones, el arreglo urgente de la carretera a la Costa del Sol y, de una vez por todas, la construcción de la autovía que una Ronda con el litoral malagueño. Pero no seamos falsamente equidistantes, no nos neguemos a ver la realidad por un prurito de supuesta neutralidad o tibia independencia, Hay que saber quien tiene la competencia y la obligación para las mejoras reales en las comunicaciones, el arreglo urgente de la carretera a la Costa del Sol y, de una vez por todas, la construcción de la autovía. Ya no se puede seguir mirando hacia otro lado. No se trata de un capricho sino de una necesidad que afecta al desarrollo económico, al acceso a servicios esenciales y a la igualdad de oportunidades de miles de vecinos.
Es urgente decir, con nombres y apellidos, quién ostenta la competencia y, sobre todo, la obligación de actuar de manera inmediata para poner fin al aislamiento histórico de Ronda. En todas esas actuaciones es la Junta de Andalucía quien puede, debe y tiene que actuar. Es su labor, es su ámbito y es la deuda que Moreno Bonilla tiene con esta comarca. Una deuda que prometió saldar cuando en la Ciudad del Tajo dijo en campaña electoral, “cuando yo sea presidente Ronda tendrá una autovía con Antequera y con Málaga”. Eso fue en 2018, hace ya más de 7 años. Luego lo volvió a repetir. Más tarde llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía en 2019. Y otra, y otra vez lo prometió y, ¿qué tenemos? Nada un estudio y una promesa. Seguimos igual.
Es hora de compromisos reales y de voluntad política que no está reñida con el consenso entre partidos y colaboración institucional. Pero la verdad es la que es y no se puede esconder.
Ya no caben más excusas. Tampoco promesas que se lleva el viento ni estudios que terminan olvidados en el fondo de un cajón. La voz de la Serranía se ha alzado, clara y firme, con argumentos, con dignidad y con una determinación que no entiende de aplazamientos. Ha llegado la hora de actuar. La Junta de Andalucía, por cierto del mismo color político que el de la alcaldesa de Ronda, tiene la responsabilidad —y la obligación política pero además moral— de escuchar y responder. Porque sin infraestructuras no hay desarrollo posible. Y porque la Serranía de Ronda no está dispuesta a quedarse atrás ni a seguir esperando. Este sábado fueron 4.500 las voces, la próxima pueden ser 10.000… o más. Y la siguiente sería la justicia democrática que se dirime en las urnas.