El nacional-catolicismo, puso entre mis deberes sagrados, saber alguna cosilla del ÉXODO, después Charlton Heston me embarbó Los Diez Mandamientos y la Paramount me dividió las aguas del Mar Rojo en un -si lo he visto, no me acuerdo. Los atisbos clandestinos me vislumbraron La Desbandá después al trote militante, me enteré quién dirigía los bombardeos a los huidos por la carretera de Almería, almirante Moreno, premiado por Franco por su diligencia con el Marquesado de Alborán, del qué gracias a la Memoria Histórica, nada más quedan ecos de juglar desde 2022.
La neurolingüística -IN-natural, habilitada por las desvergüenza reaccionaria, tendrá que nominar la expulsión del millón de palestinos de Gaza, tomada por los tanques israelíes, qué no saben el sitio en el que tendrán que acampar, tras el espaldarazo a su nación por la 80 Asamblea de la ONU. La literatura periodística habla de desplazamiento, pero puesto a enmendar sufrimientos, la derecha mundial comandada por Netanyahu, debiera hablar del Paseíto Palestino.
Llevamos inútilmente los fieles a mi tribu, denominando a la masacre, genocidio a los palestinos, para qué establecer la divisoria verbal, cuando es más tranquilizador ponernos de acuerdo llamar, las caricias de Israel a los 70 y más miles de terroristas de Hamas e infantitos aprendices, hambrientos. Todo debe ser cuestión de lenguaje, como los comentarios de los choques en la Vuelta Ciclista, ya se lleve en Perico Delgado o en Carlos de Andrés. Los avisos de quedar al descubierto los servicios secretos de tantos secretos, custodiados por el aparataje del Mossad, nos ponen en estado de guardia. Pero más me advierte, el nuevo Vigía de Occidente, José María Aznar, en Franco redivivo, que se tienta su ajada jeró de caralápida, porque le tiembla la siembra occidentalizada a su augusta manera, la posibilidad de que pierda Benjamín en su Campo de Tiro.
FOTO: UNFPA Palestina/Clínica de Medios de Comunicación.