A tan solo siete kilómetros de Benaoján se alza una maravilla sin igual: la Cueva de la Pileta, joya del arte rupestre andaluz. Enclavada en la ladera de la Sierra de Líbar, esta cueva es un auténtico santuario prehistórico, una ventana prodigiosa al pasado que deslumbra por su riqueza pictórica y su extraordinario valor arqueológico.
Desde tiempos inmemoriales, el territorio de Benaoján ha sido testigo de la presencia humana, pero ninguna huella del pasado brilla con tanta intensidad como la Cueva de la Pileta. Descubierta en 1905 por el visionario José Bullón Lobato y estudiada por eminentes expertos como Willoughby Verner, Henri Breuil y Hugo Obermaier, esta cueva fue merecidamente declarada Monumento Histórico Artístico en 1924, consolidando su estatus como un enclave único en el patrimonio mundial.
Su interior es sumergirse es un universo de arte primigenio. Sus paredes atesoran una impresionante colección de pinturas y grabados del Paleolítico, especialmente del periodo Magdaleniense. Figuras de cérvidos, caballos, peces, cabras, toros, una enigmática foca, un majestuoso bisonte y signos abstractos revelan la grandeza de la creatividad humana en tiempos remotos, demostrando que el arte paleolítico trascendió las fronteras del norte de España y el suroeste de Francia. Pero su legado no termina ahí: en la cueva se encuentran también figuras esquemáticas de la época eneolítica y vestigios neolíticos, como cerámica pintada e incisa, testigos invaluables de la evolución de nuestras antiguas civilizaciones.
Entre todas sus maravillas, destaca una imagen excepcional: el gran pez pintado en una de sus salas, una obra de tal perfección que el propio Pablo Picasso, genio del siglo XX, afirmó que su autor era, sin duda, uno de los más grandes artistas de la Historia del Arte.
La Cueva de la Pileta no es solo un yacimiento arqueológico; es un legado inigualable que sigue fascinando a estudiosos y visitantes. Su valor histórico, artístico y científico la convierte en un referente indispensable para comprender la grandeza de nuestros antepasados y el esplendor del arte prehistórico.